jueves, 2 de agosto de 2012



¡Oh Augusta Reina de los Cielos
y Señora de los Ángeles!
Pues habéis recibido de Dios el poder y la misión de aplastar la cabeza de la serpiente infernal; dignaos escuchar benigna las súplicas que humildemente os dirigimos; enviad la santas legiones para que, bajo vuestras ordenes, combatan a los demonios, donde quiera repriman su audacia y los persigan hasta precipitarlos al abismo.
¿Quién como Dios?
Santos Ángeles y Arcángeles, defendednos y guardadnos. ¡Oh buena y tierna Madre! Vos seréis siempre nuestro amor y nuestra esperanza. ¡Oh divina Madre! Enviad los Santos Ángeles para defendernos y rechazar lejos al demonio, nuestro mortal enemigo. Amén.

Ante el gran combate espiritual que libramos, Dios ha querido proveer por nosotros. Pero debemos rezar si deseamos su ayuda.

Escribe acerca de la Reina de los Angeles el Venerable Luis Eduardo Cestac, fundador de la Congregación de las Siervas de María:
En 1863 un alma... sintió su mente elevada hacia la Santísima Virgen, quien le dijo que efectivamente, los demonios andaban sueltos por el mundo, y que había llegado la hora de rogarle como Reina de los Ángeles pidiéndole las legiones santas para combatir y aplastar los poderes infernales.

"Madre mía", dijo esta alma, "¿ya que sois tan buena, no podrías enviarlas sin que os rogáramos?"
"No", respondió la Santísima Virgen, "la oración es condición impuesta por Dios para alcanzar las gracias".
"Entonces, Madre mía", dijo el alma "¿querrías enseñarme Vos la manera de rogaros?"
Y creyó escuchar la oración “Oh Augusta Reina...”

El señor Cestac fue el depositario de esta oración. Lo primero que hizo fue presentarla a Monseñor Lacroix, obispo de Bayona, quien le dio su aprobación. Inmediatamente mandó imprimir medio millón de ejemplares, que distribuyó gratis por todas partes.

No estará demás advertir que, durante la primera impresión, las máquinas se rompieron dos veces. La oración a la Reina de los Ángeles se extendió rápidamente y fue aprobada por muchos obispos y arzobispos.
San Pío X concedió trescientos días de indulgencia a quienes la rezaren.

(Imprimátur del Vicario General de Buenos Aires, 29 de febrero de 1912)
-“Regina Angelorum”, publicación de la Orden de María Reina, Pascua de 1978

martes, 24 de enero de 2012

Los Padres Nuestros de la Agonía


Cuenta Dionisio Cartusiano que estando un Sumo Pontífice para morir, preguntó a un camarero suyo ¿qué haría por su Beatitud después de morir?, y habiendo respondido que todos los sufragios posibles y los que el papa le mandara, el dijo este: "No te pido otra cosa sino que, cuando me vieres en agonía, me digas tres veces la oración del Padre Nuetro con las oraciones que leerás en este papel (y son las que pondremos a continuación). el camarero prometió cumplirlo, y así lo hizo en el momento indicado.
     Murió el Papa, y luego se apareció a su camarero, muy resplandeciente y dándole muchas gracias y diciendo: "Ya sin tropiezo alguno he ido al cielo, porque después del primer Pater Mostrando Nuestro Señor su sudor sanguíneo al Padre Eterno, toda angustia se me quitó". "Después del segundo Pater, por la amargura de de su pasión y dolores, borró todos mis pecados". "Y después del tercer Pater, Cristo Señor nuestro me abrió los cielos y me concedió la gloria de los Bienaventurados".
     Esta relación hacía muy a menudo el camarero, y fué extendiéndose dicha devoción.
     Recémosla por las personas que nos son queridas, cuya salvación deseamos, en cuanto sepamos que están para morir, seguros de que será el mejor bien que podamos hacerles:  y pudiendo rezarse tanto cerca del moribundo, como lejos de donde esté.

     Primer Padre Nuestro
     Kyrie eleison, Christe eleison, Kyrie eleison. Padre nuestro y Ave María
     Señor mío Jesucristo, que por aquella agonía de muerte que en el monte Olivete sentiste,  por la fervorosa oración que por nosotros hiciste, y por aquel sdor que tuviste tan copioso que como gotas de sangre corría hasta el suelo; te suplico lo ofrezcas todo de nuevo a Dios Padre todopoderoso, y lo presentes ante su divino acatamiento en satisfacción de los muchos y graves pecados de éste tu siervo, y líbralo en esta hora de su muerte de todas las penas  y angustias que teme haber merecido por sus pecados. Tú que con el Padre y con el Espíritu Santo vives y reinas por todos los siglos de los siglos. Amén.
Segundo Padre Nuestro
     Kyrie eleison, Christe eleison, Kyrie eleison. Padre nuestro y Ave María 
     Señor mío Jesucristo, que te dignaste morir por nosotros en una cruz suplico que todas las hieles y amarguras de tu sagrada pasión y muerte afrentosa, que por nosotros padeciste en la Cruz, y más en particular cuando tu santísima alma salió de tu santísimo cuerpo, tengas por bien de ofrecerles y presentarlas a Dios Padre Todopoderoso, por el alma de este tu siervo, y líbralo en esta hora de su muerte de todas las penas y aflicciones que  teme haber merecido por sus pecados Tú que con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas por todos los siglos de los siglos, Amén.
Tercer Padre Nuestro
 Kyrie eleison, Christe eleison, Kyrie eleison. Padre nuestro y Ave María 
     Señor mío Jesucristo, que por la boca del Profeta dijiste "con amor perpetuo te amé, y por eso te traje a Mí, habiendo compasión de tí", te suplico que esta tu misma caridad que te trajo el cielo al suelo para sufrir tantas penalidades y amarguras, tengas por bien  de ofrecerla y representarla a Dios Padre Todopoderoso por el alma de tu siervo ..........(se dice el nombre del agonizante), y líbrale de todas las penas y congojas que teme haber merecido por sus pecados. Salva su alma de esta hora, ábrele la puerta de la vida y concédele que se alegre con tus Santos en la eterna gloria. Tú que por el Padre y con el Espíritu Santo vives y reinas por los siglos de los siglos Amén.
Oración final.

Señor mío Jesucristo, pues nos redimiste con tu sangre preciosa, escribe en el alma de este tu siervo ....(se dice su nombre) tus sacratísimas llagas con tu sangre, para que aprenda a leer en ellas tu dolor contra todos los dolores y penas que por sus pecados teme que ha merecido, imprime en él tu amor para que se una a Tí con un amor indisoluble, con el cual nunca se pueda apartar de Tí y de todos tus escogidos. Hazla, Señor, participante de tu Santísima Encarnación, de tu amarguísima Pasión, de tu gloriosa Resurrección y de tu admirable Ascención, hazla participante de todas las oraciones y beneficios que se hacen en tu Santa Iglesia; y hazla participante de todas las bendiciones, gracias, méritos y gozos de tus escogidos, que te agradaron desde el principio del mundo; y concédela que con todos estos en tu presencia te goce eternamente. Tú que vives y reinas con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo. Amén.

     Al tiempo de expirar le dirás:

     Jesús, Jesús, Jesús, en tus manos Señor mío encomiendo mi alma, Señor mío Jesucristo, recibe mi espíritu, Santa María, ruega por mí. María, Madre de gracia, Madre de Misericordia, defiéndenos del enemigo y en esta hora recíbeme


Oración para los agonizantes durante el día presente.
     Clementísimo Jesús, lleno de amor por las almas, os suplico por la agonía de vuestro Corazón Santísmo y por los dolores de vuestra Inmaculada Madre que purifiques con vuestra sangre a todos los pecadores de todo el mundo que ahora están agonizando y han de morir hoy mismo.

CORAZÓN AGONIZANTE DE JESÚS, TEN PIEDAD DE LOS MORIBUNDOS.
     Indulgencia parcial cada vez que se rece, indulgencia plenaria una vez al mes, a los que la rezaron tres veces al día en horas distintas, confesando, comulgando y rezando por la Iglesia, a intención de su Santidad (indulgencia otorgada por Su Santidad Pío IX el 2 de febrero de 1850)