"La respiración de los Ángeles es la respiración del hombre"
"El amor se extiende a aquellas personas que han muerto en este amor, ya que el amor es la vida del alma"
Santo Tomás de Aquino
"Nuestros difuntos están en lo invisible y no en lo ausente"
Juan XXIII
"Qué es la vida comparada, con ese día que no tendrá fin en el elegido, o comparada con esa noche que no tendrá amanecer en el condenado?"
Hermana M.G. del Purgatorio
sábado, 27 de noviembre de 2010
lunes, 22 de noviembre de 2010
Santa Hildegarda de Bingen
Esta santa predijo el descubrimiento de América tres siglos antes de que se produjera.
Santa Hildergarda escribió una profecía sobre el nuevo mundo tres siglos antes de su descubrimiento. Dijo que un día surgiría...
“una gran nación al otro lado del océano, que será habitada por gentes de diversas tribus y procedencias".
“una gran nación al otro lado del océano, que será habitada por gentes de diversas tribus y procedencias".
En el libro Scivias, de Santa Hildegarda, se lee: "Cuanto según la oculta disposición del Altísimo Creador, la forma de un cuerpo humano viene a ser animada en el seno materno, entonces el alma, a modo de un globo de fuego, que no tiene ninguno de los contornos ni lineamientos del cuerpo humano, toma posesión del corazòn de esta forma, sube al cerebro y se difunde por todos los miembros" (Scivias, I Vis. 4 Migne).
«Oh luz sin mancha –decía recordando la comunión de la mañana–, ¿qué delicias puedes encontrar en hombrecillo como yo? ¿Por qué has querido entrar en mi pecho y hacer de él un templo de tu majestad?»
Jesús, dulce enamorado,
del alto cielo ha venido,
a ser Pastor del ganado,
que anda en el mundo perdido:
y como de amor herido
está el divino Pastor,
con silbos de amor las llama,
y, ¡ay Dios, qué fuerza de amor!
Y esta otra, al Niño Jesús:
Está una Virgen y Madre
y un Niño, que es hombre y Dios;
y en el seno de los dos
reposa el Eterno Padre:
quien busca bien que le cuadre
contra la mortal herida,
en Belén está la vida.
Y para el Niño Jesús recién nacido copié estos versos:
El nuevo Pastorcico
que hoy nace desnudo,
tenido por rey rico
muy sabio y nada rudo,
con resfrío tan crudo
al mundo es llegado.
Si muere por amores
libre es el ganado.
La Madre que lo cría,
es hija y criatura,
del mismo Dios hechura,
la cual llaman María;
y a ella el Padre había
de mil gracias dotado.
Si muere por amores
es libre el ganado.
En la fiesta de los Reyes Magos apunté lo siguiente:
Rey eterno, ¿qué será
verte reinar con el Padre?
Pues en brazos de tu Madre
tres Reyes te sirven ya.
Si ahora, que eres humano,
sujeto a miseria y muerte,
reyes de tan alta suerte
están debajo tu mano;
¿quién no se te rendirá
sabiendo quién es tu Padre?
Pues en brazos de tu Madre
tres Reyes te sirven ya.
Y para terminar, otra inspirada en los discípulos de Emaús:
Mi Dios, pues voy pobrecillo
peregrinando cobarde,
queda conmigo, aunque tarde,
te he hospedado en mi castillo.
No te vayas, quitarás
de mí malos pareceres.
Pecador, tú bien podrás
hacerme quedar si quieres.
Oración
Oh Dios, que otorgaste a san Pascual Bailón un amor extraordinario a los misterios del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, concédenos la gracia de alcanzar las divinas riquezas que él alcanzó en este sagrado banquete que preparas a tus hijos. Por nuestro Señor Jesucristo.
Himno Adoro te devote
Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte.
Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta Palabra de verdad.
En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde también la Humanidad; sin embargo, creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.
En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde también la Humanidad; sin embargo, creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.
No veo las llagas como las vió Tomás pero confieso que eres mi Dios: haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame.
¡Memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura.
Señor Jesús, Pelícano bueno, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego, que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria.
Amén.
Santo Tomás de Aquino
Decenario de la pasión en sufragio de las almas del purgatorio
(Se repite cinco veces para formar un Rosario de cinco dieces.)
Oración inicial:
Abre, Señor, nuestros labios; alienta nuestros corazones y límpialos de vanos, impuros e impertinentes pensamientos; ilustra nuestro entendimiento, inflama nuestra voluntad, para que, con todo nuestro corazón, meditemos los pasos de tu Sagrada Pasión y muerte, con los acerbísimos dolores de tu Madre Santísima, y merezcamos ser oídos ante el acatamiento de tu Divina Majestad, que vives y reinas en todos los siglos. Amén.
Abre, Señor, nuestros labios; alienta nuestros corazones y límpialos de vanos, impuros e impertinentes pensamientos; ilustra nuestro entendimiento, inflama nuestra voluntad, para que, con todo nuestro corazón, meditemos los pasos de tu Sagrada Pasión y muerte, con los acerbísimos dolores de tu Madre Santísima, y merezcamos ser oídos ante el acatamiento de tu Divina Majestad, que vives y reinas en todos los siglos. Amén.
Primera decena
Jesús mío, por aquel sudor copioso de sangre que sudaste en el huerto, ten misericordia de las almas del Purgatorio (o del alma de N.)
Segunda decena
Jesús mío, por la bofetada que recibió tu rostro venerable, ten misericordia de las almas del Purgatorio.
Tercera decena
Jesús mío, por los crueles azotes que sufriste, ten misericordia de las almas del Purgatorio.
Cuarta decena
Jesús mío, por la corona de agudas espinas que traspasaron tu santísima cabeza, ten misericordia de las almas del Purgatorio.
Quinta decena
Jesús mío, por los pasos que diste en la calle de la Amargura con la cruz a cuestas, ten misericordia de las almas del Purgatorio
Sexta decena
Jesús mío, por tu santísimo rostro lleno de sangre, que dejaste impreso en el velo de la Verónica, ten misericordia de las almas del Purgatorio.
Sétima decena
Jesús mío, por la vestidura sangrienta que con violencia te desnudaron los sayones, ten misericordia de las almas del Purgatorio.
Octava decena
Jesús mío, por tu santísimo cuerpo clavado en la cruz, ten misericordia de las almas del Purgatorio.
Novena decena
Jesús mío, por tus santísimos pies y manos clavados con duros clavos, ten misericordia de las almas del Purgatorio.
Décima decena
Jesús mío, por tu costado abierto al borde de una lanzada, de donde manó sangre y agua, ten misericordia de las almas del Purgatorio (o del alma de N.)
En lugar del Padrenuestro se dirá la siguiente oración:
Piadosísimo Jesús mío, mira con benignos ojos las almas de los fieles difuntos por las cuales has muerto y recibido tormento de cruz. Amén.
Piadosísimo Jesús mío, mira con benignos ojos las almas de los fieles difuntos por las cuales has muerto y recibido tormento de cruz. Amén.
Modo de practicar esta piadosa devoción
Para hacer este ejercicio, cada uno puede servirse de un rosario común de cinco decenas, recorriéndolo dos veces para formar las diez decenas, o sea la centena de Réquiem.
Se empieza rezando un Padrenuestro y después una decena de Réquiem en esta forma:
Dales, Señor, el eterno descanso y haz brillar sobre ellas tu eterna luz.
En cada cuenta grande se dirá la jaculatoria y ofrenda siguientes:
Jaculatoria
Almas santas, almas purgantes, rueguen a Dios por nosotros, que nosotros rogaremos por ustedes para que Él les de la gloria del paraíso.
Ofrenda
Padre eterno, te ofrecemos la sangre, pasión y muerte de Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores.
A continuación, se rezan la segunda y demás decenas de Réquiem sobre las cuentas pequeñas, repitiendo la jaculatoria y la ofrenda sobre cada cuenta grande. Acabadas las diez decenas, o sea la centena de Réquiem, se rezará la siguiente oración:
DE PROFUNDIS
Salmo CXXIX de David
Desde el profundo abismo de mis penas
a Ti clamo, Señor, de noche y día;
oye, mi Dios, los incesantes ruegos
de un corazón contrito que se humilla.
Estén gratos y atentos tus oídos
a mi voz lamentable y dolorida:
a Ti mis ayes y gemidos lleguen
pues a escucharlos tu piedad se inclina.
¿Si siempre airado tus divinos ojos
sobre las culpas de los hombres fijas,
quién estará confiado en tu presencia,
confundiéndonos sólo ante tu vista?
Más la eterna palabra de tu seno
que aplaque espero tus terribles iras;
porque son inefables tus promesas
y con tus gracias pecador invitas.
Así aunque mi alma acongojada gime
contemplando el rigor de tu justicia,
por tu palabra la indulgencia espera,
de que la hacen culpas tan indigna.
¡Oh pueblo electo! De mañana y noche,
en todos tus peligros y fatigas,
acógete al Señor con la confianza
que en su ley soberana nos intima.
Porque es inagotable su clemencia;
se muestra con los flacos compasiva;
de todas sus miserias los redime,
y siempre que le claman los auxilia.
Este Dios abrevie el tiempo
en que logre Israel su eterna dicha
cuando de tus pecados la liberte,
que con tanto rigor la tiranizan.
Salmo CXXIX de David
Desde el profundo abismo de mis penas
a Ti clamo, Señor, de noche y día;
oye, mi Dios, los incesantes ruegos
de un corazón contrito que se humilla.
Estén gratos y atentos tus oídos
a mi voz lamentable y dolorida:
a Ti mis ayes y gemidos lleguen
pues a escucharlos tu piedad se inclina.
¿Si siempre airado tus divinos ojos
sobre las culpas de los hombres fijas,
quién estará confiado en tu presencia,
confundiéndonos sólo ante tu vista?
Más la eterna palabra de tu seno
que aplaque espero tus terribles iras;
porque son inefables tus promesas
y con tus gracias pecador invitas.
Así aunque mi alma acongojada gime
contemplando el rigor de tu justicia,
por tu palabra la indulgencia espera,
de que la hacen culpas tan indigna.
¡Oh pueblo electo! De mañana y noche,
en todos tus peligros y fatigas,
acógete al Señor con la confianza
que en su ley soberana nos intima.
Porque es inagotable su clemencia;
se muestra con los flacos compasiva;
de todas sus miserias los redime,
y siempre que le claman los auxilia.
Este Dios abrevie el tiempo
en que logre Israel su eterna dicha
cuando de tus pecados la liberte,
que con tanto rigor la tiranizan.
Encomendémonos ahora a las almas del Purgatorio y digamos:
¡Almas benditas! nosotros hemos rogado por vosotros que sois tan amadas de Dios y estáis seguras de no poderlo más perder: rogadle por nosotros miserables que estamos en peligro de condenarnos para siempre.
¡Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio
¡Almas benditas! nosotros hemos rogado por vosotros que sois tan amadas de Dios y estáis seguras de no poderlo más perder: rogadle por nosotros miserables que estamos en peligro de condenarnos para siempre.
¡Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio
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